
Competencias clave que impulsan el desarrollo de un país
El talento altamente capacitado podría ejecutar tareas especializadas e impulsar procesos de innovación y sostenibilidad desde lo operativo.El avance tecnológico, las industrias que están transformando sus procesos para reducir su impacto ambiental y los cambios en la estructura demográfica están redefiniendo las necesidades del mercado laboral. Entre esos cambios están el envejecimiento de la población y el crecimiento de nuevos sectores productivos que exigen una fuerza laboral técnica más calificada, capaz de ejecutar tareas especializadas e impulsar la innovación y la sostenibilidad desde los niveles operativos.
“En Colombia, el 72 % de las ocupaciones laborales pertenecen a niveles técnicos que se clasifican en niveles bajo, medio y alto de cualificación”, explica Natalia Ariza, consultora y exviceministra de Educación Superior. Agrega que estos niveles abarcan desde funciones físicas simples y rutinarias, como la limpieza industrial o el empaquetado de productos, hasta prácticas más complejas que exigen un conjunto de conocimientos técnicos, tácticos y procedimentales en áreas especializadas, como la operación de equipos, el mantenimiento y la reparación eléctrica y mecánica.
Aunque estas ocupaciones están cada vez más presentes en todos los sectores productivos, su aporte sigue siendo subestimado. La paradoja es evidente: mientras crecen en demanda y especialización, aún arrastran un estigma histórico cultural que los relega a ser de poco nivel.
“La baja industrialización del país ha limitado la sofisticación del trabajo técnico, reforzando estereotipos que lo asocian con labores de poco prestigio”, señala Ariza. Sin embargo, no hay innovación sin quienes la implementen, ni futuro sin quienes lo construyan con sus manos, su conocimiento y su experiencia.
¿Qué competencias se necesitan y en qué niveles?
La clasificación por niveles de cualificación permite entender la variedad y profundidad de los oficios técnicos. Cada nivel responde a una combinación de conocimientos, habilidades y responsabilidades operativas que son clave para el desarrollo productivo:

En el nivel de alta cualificación:
En este nivel se requieren competencias avanzadas, capacidad para desarrollar funciones complejas, que requieren conocimiento y dominio especializado. Aquí se encuentran, por ejemplo, los tecnólogos en análisis y desarrollo de software, responsables de crear y mantener las plataformas digitales que sostienen desde sistemas bancarios hasta aplicaciones móviles. También los tecnólogos en gestión ambiental, que ayudan a las industrias a cumplir con estándares de sostenibilidad y reducir su impacto ecológico. Y los supervisores técnicos en sistemas industriales, quienes lideran procesos de producción con altos niveles de exigencia en calidad y eficiencia.

En el nivel de media cualificación, se ubican perfiles como el de técnico en soporte de sistemas informáticos, que asegura la continuidad operativa en empresas públicas y privadas, y el de técnico en mantenimiento eléctrico, indispensable para el funcionamiento de redes energéticas en ciudades y zonas rurales. También están los técnicos agropecuarios, que aplican conocimientos especializados para mejorar cultivos, reducir el uso de pesticidas y aumentar la productividad del campo colombiano.

En el nivel de baja cualificación, encontramos labores fundamentales para el día a día: el asistente de cocina, que alimenta a miles de personas en entornos como hospitales, escuelas y cárceles; el auxiliar de bodega, que garantiza el correcto almacenamiento y distribución de mercancías en centros logísticos; y el operario de aseo hospitalario, cuya labor es crítica para prevenir infecciones y mantener ambientes salubres.
Frente a esta diversidad de funciones y niveles, la adaptación de las competencias a los retos actuales y futuros se vuelve indispensable. Así lo plantea la economista Natalia Ariza: “Necesitamos fortalecer, reestructurar y resignificar la educación técnica y tecnológica, asegurando alta calidad y estándares exigentes”. De igual manera, tomará gran relevancia el concepto de descarbonización de las habilidades, ya que será un eje central en el desarrollo del talento humano, tanto en el futuro cercano como a largo plazo”.
Por ello, también está cada vez más presente la necesidad de adaptar y crear capacidades laborales orientadas a una economía baja en carbono. Esto implica formar personas en competencias que contribuyan directamente a reducir emisiones, optimizar recursos, implementar energías limpias y transformar procesos productivos hacia prácticas sostenibles.
En este sentido, también se requiere acabar con el estigma de que la educación y formación de quienes se quieren dedicar a una ocupación técnica no requiere altos estándares de calidad. Por el contrario, necesitamos un sistema de educación y formación comprometido con el resultado de esos procesos de formación para que las personas que quieren progresar en profesiones técnicas, lo puedan hacer con igual dignidad que otros profesionales con enfoques más académicos.