
¿Qué pasa en el cerebro cuando escuchamos nuestra canción favorita?
Escuchar música libera dopamina, serotonina y oxitocina en el cerebro; neurotransmisores que impactan emociones, decisiones y salud, según expertos.Hay vidrios empañados, mochilas apretadas y cabezas inclinadas hacia las pantallas. En medio del caos que produce viajar en ese bus de transporte público —ruidos de motores, frenadas bruscas, conversaciones a medias— un joven abrigado con una chaqueta de cuero, aprieta el celular en el bolsillo. Parece sentirse inseguro.
Unos audífonos negros le envuelven la cabeza. No sonríe ni hace gestos exagerados. Eso sí, su mirada cambia y su pierna empieza a moverse a un ritmo casi imperceptible. Ya no son nervios, es esa canción que le genera una reacción profunda, precisa, casi química. ¿Qué ocurre realmente en el cerebro cuando una canción logra ese efecto? ¿Cómo la música puede influenciar las decisiones? La ciencia tiene algunas respuestas.
Áreas del cerebro que se activan al escuchar una canción que nos gusta
Cuando una persona escucha la canción que le gusta, se activa una red neuronal multisensorial. Este fue uno de los temas tratados en el III Simposio de Neurociencia y Arte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes.
Danilo García, estudiante de doctorado en neurociencia de la Universidad Javeriana e invitado al evento, explica que “la música entra por los oídos y activa las áreas del cerebro que se relacionan con la escucha o con la audición, las cuales están en la corteza temporal”. Pero el viaje del sonido no se queda ahí: “hay muchos circuitos cerebrales que van a distintas partes”.
Una de las zonas más relevantes es el núcleo accumbens, parte del sistema de recompensa, y responsable de generar placer. “Cualquier cosa que nos haga sentir gratificados activa el área del núcleo accumbens”, afirma García.
Esta área, a su vez, se comunica con la corteza prefrontal, encargada de funciones superiores como la toma de decisiones o la interpretación moral del mundo.
Por lo anterior, la música tiene el poder de liberar una cascada de neurotransmisores. La dopamina o químico del placer, por ejemplo, juega un rol central. Danilo García añade que esta sustancia “estimula el núcleo accumbens y activa las conexiones que tiene con la corteza prefrontal, áreas insulares y áreas límbicas asociadas a las emociones”.
Pero la dopamina no actúa sola. Si la canción nos mueve físicamente, también puede haber liberación de adrenalina. Si nos conmueve, aparece la serotonina. Y si hay una conexión social o emocional profunda, incluso se puede liberar oxitocina, conocida como la hormona del afecto.
Cuando una persona escucha la canción que le gusta, se activa una red neuronal multisensorial. Este fue uno de los temas tratados en el III Simposio de Neurociencia y Arte de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes.
Danilo García, estudiante de doctorado en neurociencia de la Universidad Javeriana y participante del evento, explica que “la música entra por los oídos y activa las áreas del cerebro que se relacionan con la escucha o con la audición, las cuales están en la corteza temporal”. Pero el viaje del sonido no se queda ahí: “hay muchos circuitos cerebrales que van a distintas partes”.
Una de las zonas más relevantes es el núcleo accumbens, parte del sistema de recompensa, y responsable de generar placer. “Cualquier cosa que nos haga sentir gratificados activa el área del núcleo accumbens”, afirma García.
Esta área, a su vez, se comunica con la corteza prefrontal, encargada de funciones superiores como la toma de decisiones o la interpretación moral del mundo.
Por lo anterior, la música tiene el poder de liberar una cascada de neurotransmisores. La dopamina o químico del placer, por ejemplo, juega un rol central. Danilo García añade que esta sustancia “estimula el núcleo accumbens y activa las conexiones que tiene con la corteza prefrontal, áreas insulares y áreas límbicas asociadas a las emociones”.
Pero la dopamina no actúa sola. Si la canción nos mueve físicamente, también puede haber liberación de adrenalina. Si nos conmueve, aparece la serotonina. Y si hay una conexión social o emocional profunda, incluso se puede liberar oxitocina, conocida como la hormona del afecto.
¿Cómo influye la música en nuestras experiencias cotidianas?
El impacto de la música va más allá del cerebro. Puede incluso alterar la percepción de las sensaciones y sabores. Felipe Reinoso Carvalho, Ph. D. en Psicología Experimental y profesor de la Universidad de los Andes, ha trabajado con la influencia de la música en contextos de consumo.
Según él,
“Ese placer que me trae la música, mi música preferida, seguramente lo transfiero a cualquier otra cosa que esté haciendo”.
En uno de sus estudios, encontró que las personas percibían un café como más dulce cuando lo bebían mientras escuchaban una canción que les gustaba. “Nos gusta más el sabor, se siente más la intensidad del aroma”, añade.
Por ello, el uso de la música también ha cobrado protagonismo en el ámbito del neuromarketing, pues puede influir en la forma en que las personas perciben el tiempo, el espacio y los productos.
Felipe Reinoso lo resume así: “Al comprender cada vez más cómo el cerebro entiende la música y los sonidos, podemos diseñar experiencias más profundas, más inversivas y con objetivos más específicos para llegar a la mente del consumidor de manera más directa”.
De esta forma, una tienda de ropa puede reforzar su identidad de marca, o una marca de chocolate puede conseguir que el consumidor perciba más dulzura sin necesidad de añadir azúcar.
¿La música puede mejorar la salud mental?
Otros estudios señalan que la música puede tener un efecto terapéutico. En palabras de García, “la música, a través de esa emoción y ese placer, activa unos recuerdos que estaban allá perdidos en el fondo de la memoria y les permite a las personas conectarse un poco más con el entorno”.
Incluso, desde la Universidad Nacional y la Javeriana, García ha impulsado investigaciones para crear música a partir de ondas cerebrales, con el fin de regular emociones.
Aunque la música no sustituye tratamientos médicos, sí puede “ayudar a que pacientes bajen la dosis de medicamentos si aprenden a modular sus emociones”, asegura García.
Entonces, escuchar esas canciones no es un acto trivial. Es una experiencia compleja, multisensorial y emocional que activa estructuras cerebrales asociadas al placer, la memoria y la emoción.
Más allá del entretenimiento, la música transforma cómo percibimos el mundo, cómo consumimos y cómo nos conectamos con los demás. A veces, todo comienza con solo darle “play” a esa canción que tanto nos mueve.