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A profundidad
28/10/2025

La visión del Nobel de Economía sobre el progreso y la innovación

Joel Mokyr sostiene que el progreso se volvió autosostenible cuando las sociedades comprendieron no solo que las cosas funcionaban, sino por qué funcionaban, al conectar el saber científico con la invención práctica.

El Premio Nobel en Ciencias Económicas 2025, Joel Mokyr, ha dedicado más de cinco décadas a estudiar cómo la innovación impulsa el crecimiento sostenido. En obras como The Lever of Riches (1990) y A Culture of Growth (2016), sostiene que las sociedades prosperan cuando logran convertir el conocimiento en una fuerza cultural compartida. 

 

Mokyr diferencia entre “macroinvenciones”, grandes saltos tecnológicos que transforman industrias enteras, y “microinvenciones”, mejoras graduales que perfeccionan inventos previos. Su análisis de la Revolución Industrial revela que el progreso no dependió únicamente de grandes hitos como la máquina de vapor, se logró gracias a una sucesión de ajustes que la hicieron viable y rentable. Las mejoras en válvulas, materiales y sistemas de presión permitieron su adaptación a distintas industrias —desde la minería hasta el transporte marítimo y ferroviario— y dejaron un impacto duradero en la productividad global.

 

El mismo principio se aplica a la era digital. Internet se convirtió en una infraestructura global gracias a innumerables innovaciones incrementales: los motores de búsqueda que organizaron la información, los navegadores que facilitaron su acceso, las redes sociales que conectaron comunidades, las plataformas de comercio electrónico que redefinieron el consumo, y los sistemas de cifrado que hicieron posible la banca y las transacciones en línea. 

 

Y es que la innovación se ha consolidado como uno de los pilares del desarrollo económico moderno. Según Hernando Zuleta, doctor en Economía de la Universitat Pompeu Fabra, cerca del 60 % del crecimiento económico de un país proviene del aumento en la productividad, un indicador estrechamente vinculado con la capacidad de innovar. 

 

“En las naciones industrializadas, la innovación se refleja en nuevos bienes, patentes y desarrollos científicos; en contextos como el colombiano, es más común que el avance se logre al adaptar tecnologías existentes a las necesidades locales”, explica Zuleta, decano de la Facultad de Economía.

 

Julio Hernández, director del Ecosistema de Innovación, Emprendimiento y Transferencia de Los Andes, destaca el papel de la investigación universitaria en ese proceso avanzar en tecnología desde lo local. Para él, la Universidad genera conocimiento de alto valor agregado que puede transformarse en soluciones concretas para la sociedad. “Las investigaciones y creaciones que se desarrollan en la universidad contienen elementos basados en conocimiento que tienen un alto valor agregado. Esas ideas pueden convertirse en servicios y soluciones que respondan a necesidades específicas de la sociedad”. 

 

Además, añade que este proceso requiere un paso adicional: los emprendimientos de base científica y tecnológica, que funcionan como vehículos para tomar los resultados de la investigación, transformarlos en productos o servicios escalables y ponerlos al alcance de la sociedad.

Nobel de Economía Joel Mokyr

Mokyr mostró cómo la apertura cultural hacia nuevas ideas y el conocimiento científico fue clave para desencadenar la Revolución Industrial y sostener el crecimiento europeo.

El entorno institucional: clave para innovar

 

La innovación no surge de manera espontánea; necesita un entorno institucional que estimule la creatividad, el riesgo y la inversión en conocimiento. Hernando Zuleta destaca que el éxito de las economías más dinámicas depende, en buena medida, de las condiciones que ofrecen para que las empresas jóvenes crezcan y experimenten. “Muchas veces las innovaciones provienen de startups. Por eso es fundamental contar con un ambiente que favorezca a las empresas emergentes y promueva la inversión en nuevas ideas”, afirma.

 

Entre las políticas que considera prioritarias se encuentran los créditos preferenciales para compañías innovadoras, los fondos de capital de riesgo y una mayor inversión pública en investigación y desarrollo. Zuleta también hace énfasis en la necesidad de fortalecer la transferencia tecnológica entre universidades, centros de conocimiento y el sector productivo, de modo que las ideas científicas se traduzcan en soluciones concretas para la economía.

 

Aunque Colombia dispone de talento y capacidad científica, aún enfrenta dificultades para convertir las ideas en desarrollo económico. “En universidades y centros de pensamiento se generan propuestas valiosas que rara vez llegan al sector productivo. Ese proceso necesita incentivos y apoyo estatal”, advierte.

 

En esta misma línea, Julio Hernández, señala que el marco regulatorio colombiano aún limita la creación de valor a través de la innovación y el emprendimiento. “Hoy, gran parte de las regulaciones están diseñadas para importar y comercializar productos desarrollados en el exterior, pero no para acompañar los procesos de investigación y creación locales. Aunque existen iniciativas para flexibilizar esas normas, su implementación avanza con lentitud”, señala.

 

Hernández propone crear entornos regulatorios más flexibles, como sandboxes o marcos de prueba para sectores estratégicos —por ejemplo, en dispositivos médicos, agroquímicos o biotecnología—, que permitan desarrollar productos nacionales bajo reglas claras y con la misma rigurosidad, pero con mayor agilidad. “Sin ese tipo de espacios, la innovación y el emprendimiento difícilmente podrán florecer al ritmo que requiere el país”.

 

Zuleta propone reforzar el papel del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, fomentar incubadoras y aceleradoras de startups, y ofrecer beneficios tributarios a las empresas que inviertan en la creación de conocimiento. “La innovación requiere un entorno que premie el riesgo, impulse la creatividad y transforme las buenas ideas en motores reales de desarrollo”, concluye.

 

 

El entorno institucional: clave para innovar

La innovación, para ser sostenible, debe reconocer que no todos somos buenos en todo; por eso, el poder de las alianzas es fundamental. Es clave fortalecer la colaboración entre la academia y las empresas. Solo así podremos desarrollar productos más diferenciados, generar ventajas competitivas y promover el crecimiento empresarial".
Julio Hernández, director del Ecosistema de Innovación, Emprendimiento y Transferencia.

ECOS: un espacio para conectar conocimiento e innovación

 

Estas reflexiones se integran con los debates que propone ECOS – Technological Innovation Managed, un evento diseñado para explorar, desde distintas disciplinas, cómo la innovación tecnológica puede fortalecer el tejido empresarial y transformar la economía colombiana. La conferencia se realizará el 30 de octubre de 2025 en el Teatro Panorama, en Bogotá. 

 

La jornada reunirá a destacados líderes del sector empresarial, académico y tecnológico, entre ellos Diego Santos, cofundador de 242 Media; Juan Pablo Soto, vicedecano de la Facultad de Administración; Iván Rozo, gerente de innovación en Bancolombia; Carolina Molina, de Bancamía; y Daniel Beltrán, del Aeropuerto El Dorado

 

El diálogo interdisciplinario incluirá también la participación de Liliana Ariza, abogada de Olarte Moure; Salim Chalela Naffah, director de la Fundación CINDE; Sandra Sanabria, de la Fundación Cardiovascular de Colombia; y emprendedores como Carlos López (GLYA), Ciro Gelvez (WSEEDS), Isabel Pulido (Nanofreeze) y Santiago Hernández (SciPhage), quienes compartirán experiencias sobre innovación de base tecnológica y científica. 

 

El encuentro cerrará con un panel sobre los retos de la adaptación tecnológica en grandes empresas y un diálogo final sobre las perspectivas de la innovación en Colombia, moderado por Mónica Pachón y Tito Neira, con la intervención de Gregorio Márquez, director de InQlab

 

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