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Espacios y proyectos
14/03/2024
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La Hacienda El Noviciado, bien de interés cultural

Gracias a su valor cultural, histórico, arquitectónico y arqueológico fue designada Bien de Interés Cultural Nacional por el Ministerio de Cultura en el 2004.

La Hacienda El Noviciado, una casa colonial de la Sabana Central de Bogotá que se destaca por sus muros de adobe, techos con vigas de madera y tejas de barro que parecen guardar secretos de épocas ancestrales, fue designada Bien de Interés Cultural Nacional el 24 de noviembre del 2004 por el Ministerio de Cultura, mediante la Resolución No. 1640.  

Esta distinción se fundamenta en el valor cultural, histórico, arquitectónico y arqueológico que posee la Hacienda. La antigua morada de la Compañía de Jesús es un espacio de memoria y un legado para futuras generaciones.  

El reconocimiento ha dado lugar al Plan Especial de Manejo y Protección - PEMP (emitido en 2020) por parte de la Universidad de los Andes, quien adquirió los terrenos de la Hacienda en 1967, como una propuesta normativa que busca integrar este patrimonio a las dinámicas de transformación de Cota y los municipios aledaños para garantizar su conservación.

Dentro del PEMP se destacan dos iniciativas clave: el plan de manejo arqueológico y el plan museológico. El primero se enfocó en realizar una prospección arqueológica exhaustiva del sitio. Esta labor implicó la identificación de materiales arqueológicos y la proposición de estrategias de manejo para garantizar su preservación y fue dirigido por el profesor Luis Gonzalo Jaramillo, coordinador del Observatorio del Patrimonio Cultural y Arqueológico - OPCA. 

Por otro lado, el plan museológico, liderado por el profesor Mario Omar Fernández y David Cohen del Laboratorio de Estudios y Arte y Patrimonio LEAP de Los Andes. Este se centró en la planificación de la exhibición y el uso del espacio en la Hacienda.  

En este proceso participaron estudiantes de Maestría en Patrimonio Mueble y del semillero de patrimonio cultural Los Andes. “Durante el desarrollo del plan museológico, se llevó a cabo un minucioso diagnóstico para identificar y analizar los riesgos asociados al ambiente físico de la Hacienda, como la temperatura, humedad e iluminación, con el fin de determinar los espacios adecuados para albergar colecciones”, destaca Cohen, magíster en patrimonio cultural y territorio de la Universidad Javeriana.

Foto del balcón con su ante jardín

La casa principal está conformada por dos niveles, en la primera planta se encuentra el salón Alcaparro, una batería de baños y cocina. La segunda planta cuenta con un amplio corredor y tres salones: Cedro, Salón del Novio y Chicalá.


Los pisos de los salones y corredores de la primera y segunda planta están conformados por losas rojas, aunque en el salón Cedro y en el Salón del Novio el piso es de madera y en Chicalá está cubierto por alfombra. Además, cuenta con dos escaleras en los costados, hechas de piedra arenisca. Adicionalmente, se destacan una serie de columnas en piedra que colindan con el patio. 


De acuerdo al experto, los planes museológicos desempeñan un papel fundamental en la organización de actividades y el funcionamiento interno de instituciones que albergan colecciones o edificios patrimoniales. “Estos planes facilitan la toma de decisiones al priorizar las necesidades identificadas en la evaluación de riesgos, resultado de un análisis exhaustivo y sistemático de posibles amenazas para la preservación de estos bienes a largo plazo”, resalta.


David Cohen, magíster en patrimonio cultural y territorio de la Universidad Javeriana, destaca la importancia de promover la apropiación ciudadana del patrimonio mediante visitas periódicas a la Hacienda El Noviciado y recorridos temáticos que conecten con el municipio. 

Foto de David Cohen

David Cohen, investigador del Laboratorio de Estudios y Arte y Patrimonio LEAP.

Jardínes

Jardines de la Hacienda El Noviciado

Algo de historia de La Hacienda El Noviciado:

Datos del estudio Museológico del LEAP


 

Ubicada en el municipio de Cota, en Cundinamarca, La Hacienda El Noviciado ha desempeñado un papel relevante en la configuración del sistema de haciendas jesuíticas coloniales en la Sabana de Bogotá. 

En el siglo XVII, la Compañía de Jesús se estableció en el territorio de Nueva Granada en 1604, como parte de su misión evangelizadora. Con una visión expansiva, los Jesuitas articularon el territorio desde Cartagena hasta Pasto, incluyendo la Sabana de Bogotá y los Llanos Orientales, siendo encargados del adoctrinamiento de los pueblos indígenas de Cajicá y Tenjo. 

En la Sabana de Bogotá, la Compañía de Jesús poseía tres principales haciendas: La Conejera, El Chucho y El Noviciado. Estas haciendas no solo cumplían funciones agrícolas, sino que también financiaban los colegios, noviciados e iglesias de la orden, además de controlar los caminos adyacentes. 

El Noviciado se inserta, para la primera mitad del siglo XVII, dentro de una red colonial mucho más amplia que abarca un territorio expandido al pueblo de indios de Cota y que realmente llega hasta los llanos de Colombia por vía de las redes Jesuitas que en 1767.

Con la salida de la Compañía de Jesús de los territorios americanos, la Hacienda El Noviciado pasa a manos de la Junta de Territorialidades. La propiedad fue subastada en 1771, momento en el que se realiza un reconocimiento de sus linderos.

En la subasta fue adquirida por el contador de la Real Audiencia Manuel Benito de Castro, personaje que obtiene los territorios de las Haciendas El Noviciado, La Conejera y El Chucho. Desde este momento la hacienda pasa a ser protagonista de numerosas herencias, particiones y reparticiones que han modificado con los años sus dimensiones y usos. Según fuentes consultadas, El Noviciado fue usado por su nuevo propietario, para su propia manutención.

Posteriormente, Manuel Benito de Castro luego hereda la totalidad del territorio a sus tres hijos, pasando a ser la hacienda el Noviciado de José de Castro y Arcaya, quien fue presbítero y cura de Cota. Este último la hereda a su sobrino Félix de Castro y Montenegro por no tener hijos. La hacienda dura en la familia de Castro hasta la segunda mitad del siglo XIX.

Años después, Antonio Rivera adquiere la propiedad, quien tras su muerte hereda el territorio a su esposa Mercedes León de Rivera. Luego la viuda León de Rivera entrega su propiedad a las Madres Clarisas del Monasterio de Chiquinquirá y a Carlos Fandiño, abogado de su difunto esposo. 

La entrega de la propiedad de Mercedes León de Rivera a las madres Clarisas fue realizada en la década de 1960. Las clarisas al parecer usaban esta propiedad con el mismo propósito Jesuítico: como hacienda productiva para la manutención de su convento. Sin embargo, no duran mucho como propietarias, pues en 1965 la Universidad de los Andes compra a las clarisas de Chiquinquirá esta propiedad con el fin de llevar su campus universitario a la Sabana de Bogotá. 

Fotos del antes y después de la entrada de la Hacienda

Caminos de La Hacienda El Noviciado