
Develando Las mil y una noches
Uno de los traductores de Las mil y una noches, Salvador Peña, reafirma y desmiente varias preconcepciones sobre esta obra universal.Salvador Peña Martín cometió un error de cálculo. Cuando le propusieron traducir Las mil y una noches directamente del árabe, el profesor e investigador de la Universidad de Málaga pensó que podría hacerlo en cuatro años, tiempo que también le permitiría realizar otras traducciones y escribir algunos artículos académicos.
Las mil y una noches es tan extensa como la Biblia y el Quijote juntos, pero no fue solo la longitud lo que lo llevó a tardar el doble de lo planeado. “Me equivoqué por uno de esos prejuicios. Yo tenía en la mente que se trataba de una colección de cuentos ligeros”, recuerda Peña. Siendo un curtido traductor del árabe, francés e inglés, fue descubriendo, a medida que avanzaba, los mil y un recovecos de la obra.
El traductor compara el libro con una ciudad como Estambul o París, ciudades con mucha historia, “donde quienes las visitan pueden encontrar cualquier cosa: hay barrios ricos, pobres y barrios terribles. Hay bellezas arquitectónicas frente a zonas que no lo son, y en Las mil y una noches podemos encontrar de todo”.
Eso que encontró el profesor no solo estaba en la trama del libro, sino también en su creación y en las ideas que el público general se hace de él. En la introducción de la antología de Las mil y una noches (una selección de la traducción publicada por Ediciones Uniandes), Peña habla de su génesis, incluyendo las traducciones: una historia tan atrayente como las que cuenta la novela.
En ese prólogo aborda algunas aclaraciones sobre las ideas preconcebidas de la obra, y no hay que esperar una noche para conocerlas. Aquí van algunas de ellas...

Una de las ilustraciones de Mar García incluida en la antología.
No es una simple colección de historietas
La trama resumida es la siguiente: Shaharazad se casa con un asesino en serie de sus esposas. Pero ella está convencida de que puede cambiar al asesino Shahriar. Quienes tienen experiencia en este tipo de relaciones saben que es una muy mala idea, pero Shaharazad tenía un arma secreta: sabía contar historias y, sobre todo, dejar un buen gancho al final —al mejor estilo de las series de Netflix— para ganar un día más de vida.
Esa es la historia marco de Las Noches y, como decía Mario Vargas Llosa, era lo que estructuraba esa especie de caja china que contiene más de 200 historias contadas en muchas noches. Cuentos que, a su vez, contienen otros.
La historia de Shaharazad estuvo concebida desde el origen del libro, gestado en Irak a partir de una traducción del persa llamada Mil historias. Y aunque la versión más difundida en el mundo —la del francés Antoine Galland— añadió otras narraciones, entre las más conocidas e incluso llevadas al cine, como Aladino y Ali Babá y los cuarenta ladrones, la joven siempre ha estado intentando salvar su vida.
Incluso Peña la califica como un thriller: “es como si fuera una historia del género negro, pero de tipo psicológico”.
Así que, aunque contenga muchas historias, no es una compilación como la de los hermanos Grimm. Shaharazad no era ingenua y supo de dónde echar mano para encontrarlas, lo que no coincide precisamente con lo que se rumora sobre el origen de las narraciones. Para eso hay que saltar al siguiente apartado.
No son historias de tradición oral
Cuenta la novela que Shaharazad tenía una colección de un millar de libros, lo que —según Peña— para esa época del siglo IX o X era algo sorprendente, porque el papel circulaba muy poco en Bagdad, Irak.
Ella se había memorizado esas historias y fue por su conocimiento de los libros que pudo cambiar al rey asesino. “Las Noches es una defensa absoluta del libro, tiene una fe en el libro que se entiende por ser el momento en que comienza a extenderse el papel —comenta Peña—. Se basa fundamentalmente en libros. Es un libro culto, de personas alfabetizadas”.
La obra incorpora diversos géneros, entre ellos discursos teológicos y antropológicos, lo que evidencia una profundidad intelectual característica de una escritura reflexiva y compleja.
Es como la transformación de la materia, no se descarta que algunas historias hayan tenido un origen oral que pasara al texto, y del texto a los narradores orales. Las mil y una noches incluye “una suerte de guiones preparados para que los cuentacuentos los utilizaran como punto de partida para sus performances”.
Los narradores que accedieran al libro tenían material para improvisar, imitar voces y gestos de los personajes de las historias. Posiblemente, incluso los fragmentos eróticos, porque ese es otro tema de discusión sobre Las mil y una noches...

Sexo y religión
Es cierto que varias de las historias contadas por Shaharazad tienen componentes eróticos, pero para el traductor, encasillar la obra en ese tema sería una “reducción indebida”.
Las historias pueden empezar con una temática que algunos calificarían de obscena, pero a medida que avanzan, se convierten en historias moralistas. Incluso Peña dice que podría llegar a calificarla como un “libro religioso islámico”.
Para explicarlo, el profesor pone el ejemplo de algunas iglesias en España —donde hubo presencia árabe— en las que hay imágenes con escenas sexuales, como una forma de mostrar el pecado para combatirlo. Cree que “no debe, ni mucho menos, hacerse creer que la obra es antirreligiosa, inmoral o incluso amoral. Todo lo contrario. Estamos ante un libro de hondas preocupaciones éticas, vistas desde una perspectiva islámica”.

Ilustración de Mar García.
Mil y un detalles por descubrir
Además de ser un clásico divertido, la obra permite acercarse a la cultura árabe: su comida, textiles, tensiones religiosas y aromas están contenidos en esta caja china.
Ese acercamiento cultural es el propósito de la antología de Las mil y una noches publicada por la Universidad de los Andes. Para el editor general de la Universidad, Juan Camilo González, tener más del 20 % de palabras del español con raíz árabe es una de las motivaciones para ofrecer obras de esta cultura.
Para González, Ediciones Uniandes busca crear puentes. “Traducir significa tener un respeto y una fascinación por una cultura y una lengua. La traducción es un gesto de fraternidad, de amor a la diversidad”, dice el editor.
Este es el tercer libro de autores árabes publicado por la editorial y el segundo traducido por Salvador Peña, quien recibió por la traducción de Las mil y una noches el Premio Nacional a la Mejor Traducción (España, 2017), el Premio Sociedad Española de Estudios Árabes (2017) y el Premio Internacional Sheikh Hamad de Traducción.
Al estilo de Shaharazad, esto es apenas un abrebocas de las historias de Las mil y una noches, que —después de hacer el ejercicio de obviar temas controvertidos de género y racismo, presentes también en clásicos como los de Homero o Shakespeare— resulta ser una obra muy entretenida.