
Exposición: Venenosos y ponzoñosos
Escolopendras, escorpiones, orugas tóxicas, ranas letales y otros organismos asombrosos protagonizan una muestra que une arte y la ciencia para revelar el valor oculto de estos seres tan temidos.Un escorpión capaz de rociar veneno a 30 centímetros, una oruga con toxinas que provoca hemorragias severas y una diminuta rana amarilla considerada el vertebrado más tóxico del planeta.
Y no es ficción. Algunas son reales, y otras tan parecidas que asombran con solo verlas. Se trata de diversas especies colombianas que hacen parte de Venenosos y ponzoñosos, una exposición que invita a mirar con otros ojos a los organismos que solemos temer.
La muestra presenta figuras de gran formato creadas por el artista Alejandro Ospina, que destacan por su tamaño y luminosidad envolvente. Inspiradas en organismos que producen toxinas, como serpientes, ranas, arañas, hongos y escolopendras, permiten acercarse a especies tan sorprendentes como el Tityus aquiles, un escorpión descubierto en 2024 en la Vega (Cundinamarca), capaz de rociar veneno a distancia, o la Lonomia obliqua, una oruga amazónica cuyas toxinas pueden desencadenar hemorragias internas graves.
La exhibición también incluye una selección de la exposición Insectos: Extintos y en peligro, con fotografías del Museo de Historia Natural de Nueva York, tomadas por el artista británico Levon Biss. Estas imágenes, presentadas a gran escala, capturan con un nivel de detalle deslumbrante cada milímetro del cuerpo de los insectos retratados. Patas, antenas, alas y texturas que a simple vista pasan desapercibidas se convierten en auténticos paisajes visuales.
El proceso fotográfico de Biss captura los detalles más finos y brinda a los espectadores una experiencia visual única. Cada imagen tarda aproximadamente cuatro semanas en completarse y se construye a partir de más de 8 mil fotografías individuales, utilizadas mediante un sistema de cámara personalizado con lentes microscópicos. La calidad de estas composiciones revela estructuras intrincadas que normalmente permanecen ocultas al ojo humano y fomenta un nuevo nivel de respeto por el mundo de los insectos.
Como complemento a la experiencia visual, la producción sonora de Felipe Álvarez transporta al visitante al hábitat de los insectos y construye una atmósfera que refleja su frágil existencia. La exhibición celebra la diversidad de estas especies y, al mismo tiempo, alerta sobre el riesgo que enfrentamos si continúan desapareciendo. Es un recordatorio contundente del papel fundamental que desempeñan en el equilibrio del ecosistema y de la necesidad urgente de protegerlas.
Mucho más que venenosos
A través del arte, la ciencia y la tecnología, la muestra propone un recorrido sensorial y educativo que transforma el miedo en conocimiento.
“Queremos que el público comprenda por qué estos organismos existen, cómo evolucionaron sus defensas y qué papel juegan en el equilibrio de los ecosistemas. Muchas de sus toxinas han sido clave en tratamientos contra el dolor, la hipertensión, la ansiedad o la depresión”, explica Carlos Guarnizo, biólogo y líder del Biocore, unidad dedicada al estudio, conservación y divulgación del conocimiento sobre la diversidad biológica del país.
Un ejemplo de estas toxinas es la cafeína, que actúa en la planta de café como mecanismo de defensa contra los insectos. Y sin embargo, esa misma sustancia ha transformado nuestras rutinas y nuestras economías. Colombia, país cafetero por excelencia, basa buena parte de su economía en una toxina vegetal. Como esta, muchas otras han sido aprovechadas por la humanidad sin saberlo.

Carlos Guarnizo, biólogo y líder del Biocore de la Universidad de los Andes.
Además de recorrer la muestra, los visitantes podrán asistir a charlas y talleres gratuitos (con inscripción previa) que abordan temas como el potencial médico de los venenos, la evolución de estrategias defensivas o los retos que enfrentan los insectos en riesgo de extinción.
Para Carlos Guarnizo, esta iniciativa es parte de un esfuerzo mayor por acercar la ciencia a la sociedad. “Queremos seguir compartiendo lo que se investiga y se crea en la Universidad, pero no solo desde las ciencias naturales. Todas las facultades han aportado a través del arte, la literatura, los talleres, la música y de muchas otras maneras que las personas podrán conocer”.
La exposición Venenosos y ponzoñosos es una iniciativa conjunta de la Vicerrectoría de Investigación y Creación y el Centro Cultural de la Universidad de los Andes, con el apoyo del Museo de Historia Natural de Nueva York, el Instituto Humboldt, la Universidad Central. Un esfuerzo colectivo por llevar el conocimiento científico a nuevos públicos a través de experiencias inmersivas, sensibles y memorables.
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