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Noticias
03/03/2025

37 % del agua en Bogotá se pierde

Conexiones defectuosas e ilegales, así como daños en tuberías, son algunas de las causas de las pérdidas de agua entre la planta de potabilización y el punto de consumo de los usuarios.
Facultad de Ingeniería

Bogotá enfrenta una crisis de abastecimiento de agua debido a la escasez de lluvias, que llevó al gobierno Distrital a implementar racionamientos desde abril de 2024. 

 

Antes de estas restricciones, la ciudad consumía 19 m³/s. Con las nuevas medidas y campañas pedagógicas para incentivar el ahorro, esta cifra bajó a 17 m³/s, lo que representa una reducción entre 20 % al 22 % en el consumo

 

Sin embargo, las pérdidas de agua siguen siendo un problema.  

 

“37,5 % del agua producida en las plantas de tratamiento que surten a la capital se pierde en algún punto del sistema, ya sea por fallas técnicas o comerciales”, señala Juan Guillermo Saldarriaga, Ph. D. en ingeniería del agua y del medioambiente de la Universidad Politécnica de Valencia.

 

Según el experto, las fallas técnicas ocurren por fugas en tuberías, conexiones defectuosas o daños en la infraestructura, algunas difíciles de detectar. Las demoras en su reparación, agrava el desperdicio, especialmente en tiempos de racionamiento.  

 

Por su parte, las pérdidas comerciales se deben a errores en la facturación, fraude o conexiones ilegales, donde las personas utilizan agua sin estar registrados en el sistema. Un caso reciente se conoció en febrero de 2025, cuando se descubrió que cinco hoteles de la localidad de Teusaquillo utilizaban unos 139 mil m³ de manera ilegal. Según informó el alcalde de la capital, Carlos Fernando Galán, esta cantidad equivale al 10 % del consumo total de Bogotá. 

 

Plan maestro para gestionar las pérdidas de agua

 

“Esta problemática no es exclusiva de Bogotá. En general, las redes de distribución de agua potable en el mundo presentan cierto grado de pérdidas. No obstante, algunas ciudades y países han sido más eficientes en controlar su índice de agua no contabilizada”, señala el ingeniero Saldarriaga, profesor de la Facultad de Ingeniería. 

 

Para abordar este desafío, en Los Andes se está desarrollando un plan maestro, en alianza con la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, EAAB, con el objetivo de detectar fallas en la infraestructura, optimizar la gestión de reparaciones y mejorar la toma de decisiones mediante analítica de datos, herramientas metodológicas, técnicas, económicas y sociales. 

 

Además, se implementará un sistema de monitoreo y modelación hidráulica para analizar el flujo del agua en Bogotá y así evaluar la posibilidad de subdividir circuitos, mejorar el control del sistema y reducir pérdidas.

 

Un aspecto clave es el impacto de la información en el comportamiento ciudadano. Por ejemplo, se evalúa desarrollar un sistema de alertas personalizadas, donde el usuario reciba notificaciones sobre su consumo. Algo como “Esta semana su consumo es mayor al promedio”. Esto incentivaría prácticas más responsables y eficientes en el uso del agua.

 

Medidas a largo plazo

 

Existe el reto de garantizar el suministro de agua a largo plazo, con soluciones que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático y garantizar la estabilidad hídrica de la ciudad en el futuro. El experto en agua analiza posibles alternativas que deben evaluarse en el Plan, mediante metodologías de análisis multicriterio para identificar la opción más viable: 

 

  • Aumentar el caudal bombeado desde el río Bogotá hacia la planta de Tibitoc y ampliar la capacidad de almacenamiento en los embalses del Sistema Chingaza, incluyendo Sisga, Tominé y Neusa
     

  • Realizar un dragado del embalse de Tominé para incrementar su capacidad de almacenamiento. Este proyecto, en conjunto con una eventual ampliación de la capacidad de tratamiento en la planta de Tibitoc, permitiría optimizar el suministro de agua. 

     

  • Construir un nuevo embalse en el Páramo de Chingaza. No obstante, este desarrollo requiere una evaluación detallada del impacto ambiental

 

“Implementar estas medidas no significa que los usuarios puedan aumentar el consumo. La idea es fortalecer el sistema, hacerlo más resistente y tener fuentes alternativas que permitirían mantener el servicio durante posibles crisis que afecten la salud pública”, concluye el experto.