
Los colores de La Candelaria revelan su historia
Los Andes y cuatro universidades del centro de Bogotá se aliaron para revelar cómo el color de las fachadas de La Candelaria narra su historia urbana y cultural.Entre callejones empedrados, balcones de madera y fachadas centenarias, el barrio La Candelaria guarda una memoria silenciosa que vive en los colores de sus edificaciones.
Cada fachada armoniza el paisaje urbano. Detrás de cada una se esconden capas superpuestas de pintura que, como elementos arqueológicos, narran transformaciones políticas, estéticas y sociales. Normativas impuestas, ideas de ciudad, tradiciones populares y gestos de libertad se revelan, además, en los pigmentos aplicados por las generaciones que han habitado el corazón histórico de Bogotá.
Eso busca descifrar la investigación El color de La Candelaria: arqueología, historia y patrimonio, un proyecto interdisciplinario iniciado en 2023 en el que participaron la Universidad de los Andes, la Universidad de La Salle, la Universidad de América, la Universidad La Gran Colombia y la Fundación Erigaie.
Desde el Laboratorio de Estudios en Artes y Patrimonio (LEAP) de la Facultad de Artes y Humanidades de Los Andes, un grupo de profesores y estudiantes analizaron detalladamente las fachadas de las viviendas en la calle 10, entre carreras 3a y 10a; una de las vías arterias más representativas del barrio.
A través de técnicas de estratigrafía de pintura, análisis químico de pigmentos y un microscopio electrónico, identificaron capas de color que revelan distintas etapas históricas, materiales industriales y aspectos culturales y tradicionales de la Bogotá antigua.
"Cada capa de pintura nos da información sobre una época, un tipo de material, una política pública o una decisión personal. Y lo más interesante es que muchas veces estas huellas contradicen lo que dicen los documentos oficiales".
David Cohen, profesor de la Facultad de Artes y Humanidades de la Universidad de los Andes.

David Cohen en el Laboratorio de Estudios en Artes y Patrimonio (LEAP).
Lo que cuentan los colores de La Candelaria
Uno de los casos analizados fue la Casa de los Siete Balcones, una de las sedes del Museo de Bogotá (ver especial interactivo). Allí, el equipo conformado por arquitectos, arqueólogos, historiadores, especialistas en conservación y preservación del patrimonio descubrió una rica secuencia de capas de pintura que permite rastrear años de transformaciones estéticas.
Capas profundas: los cimientos del color urbano
Las capas más antiguas, ubicadas sobre el estuco o el ladrillo, presentan colores vivos como azul y rojo, típicos antes de 1960. Estas pinturas, en su mayoría sintéticas con base de plomo, eran importadas desde Europa, pues Colombia no contaba aún con producción nacional. En 1948 surgió la primera fábrica de pintura en el país: Pintuco, iniciaba una nueva era para el color urbano.
Capas intermedias: el verde reglamentado
Entre las décadas del 60 y 80, una normativa urbana impulsó el uso del verde institucional en el centro histórico, buscando homogeneidad estética y control visual sobre el patrimonio. Esta decisión, aparentemente técnica, también impuso una visión centralizada sobre lo que debía considerarse “histórico”. Durante esta etapa, las fachadas se volvieron más uniformes, aunque menos expresivas.
Capas superficiales: la explosión de la identidad
Tras la derogación de la reglamentación de color en los años 80, llegó la libertad cromática. Amarillo, azul, negro y rojo empezaron a dominar el paisaje visual de La Candelaria. Muchos habitantes optaron por pintar sus casas con colores que reflejaran su historia, identidad barrial o incluso afinidades políticas. Esta etapa representa un gesto de reapropiación simbólica del territorio.
Haga clic en el interactivo para explorar lo que revelan los colores de La Candelaria a partir de una muestra microscópica de los muros de la Casa de los Siete Balcones.
Blancos que no eran coloniales
Uno de los mitos más arraigados sobre La Candelaria es la idea de que sus casas coloniales eran, por regla, blancas con detalles verdes. Esa imagen, repetida en postales, guías turísticas e incluso en libros de política o de historia, ha perdurado por décadas como una verdad incuestionable. Sin embargo, los investigadores encontraron que los muros de aquellas casas del Centro Histórico tenían otros tonos durante el periodo colonial.
“Lo que descubrimos es que esa visión homogénea del blanco como marca del pasado fue una invención moderna. Fue un proceso que comenzó en el siglo XX, no en la colonia”, señala David Cohen, profesor de la Universidad de los Andes.
De hecho, los tonos blancos comenzaron a imponerse por razones de salud pública en el siglo XVIII, cuando se utilizaba cal como revestimiento en las paredes —por sus propiedades antisépticas— para encalar las fachadas durante epidemias.
“El papel lo aguanta todo. Por eso debemos contrastar las fuentes escritas con las evidencias como los materiales que quedan en los muros. Allí está la verdadera historia”, señala Mauricio Hoyos, historiador de la Fundación Erigaie.
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Un proyecto entre universidades:
El color de La Candelaria: arqueología, historia y patrimonio es el resultado de una alianza entre universidades del centro de Bogotá, seleccionada a través de una convocatoria de la Corporación de Universidades del Centro. La iniciativa reunió a investigadores de distintas disciplinas con un propósito común: caracterizar los cambios cromáticos en las fachadas de inmuebles declarados como Bienes de Interés Cultural (BIC) en La Candelaria, como una forma de comprender las transformaciones culturales del barrio a través de sus evidencias materiales.
“En el centro hay varias instituciones educativas. Lo que buscamos fue articularnos para activar un proyecto conjunto que respaldara el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) y, al mismo tiempo, fortalecer el vínculo entre la academia y el territorio. La idea era sacar a los estudiantes al espacio público y hacerlos parte del proceso”, explica Sergio Garcés, profesor de arquitectura de la Universidad de La Salle y coinvestigador del proyecto.
Como parte del proyecto, se desarrollará un producto hipermedia que se presentará en una página web interactiva con un recorrido virtual por el eje de la calle 10, la identificación de los inmuebles analizados, el estudio del color en sus fachadas, levantamientos digitales y arquitectónicos de los casos seleccionados, y un análisis histórico que resalta la relevancia cultural y patrimonial del sector.
