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Contexto

Recordando el impulso de Virgilio Barco a la Constituyente

Manuel José Cepeda (exmagistrado) y Alejandra Barrios (directora del MOE) hablaron de la intención de una reforma constitucional en el Gobierno del Barco.
Exposición Virgilio Barco
Virgilio Barco
Uniandes
Universidad de los Andes
Alejandra Barrios

El tema central de la segunda agenda académica de la exposición ‘Virgilio Barco Vargas: una vida dedicada al servicio público’, realizada el 15 de febrero en el Centro Cívico de la Universidad de los Andes, fue cómo en el Gobierno Barco se dio paso a una reforma a la Constitución, que se materializaría años más tarde, en 1991, en la Asamblea Nacional Constituyente.

La conversación estuvo integrada por Manuel José Cepeda, asesor del presidente Barco para asuntos jurídicos y exmagistrado de la Corte Constitucional de Colombia; Alejandra Barrios, participante activa del movimiento estudiantil de la época (promotor de la Séptima Papeleta) y actual Directora Nacional de la Misión de Observación Electoral (MOE); la directora de la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de Los Andes, Paca Zuleta; con la moderación de la representante estudiantil Libis Bolaño.

Un plan para “asaltar una joyería”

El 30 de enero de 1988, el presidente Virgilio Barco escribió una carta, publicada en el periódico El Espectador, en donde planteó en el debate público la posibilidad de una constituyente:

“(…) someto a consideración de la ciudadanía toda, de los representantes de las ramas del poder público, de los partidos políticos, de la jerarquía eclesiástica, de las fuerzas sociales, de los medios de comunicación, la siguiente propuesta: Que los ciudadanos, en la próxima elección del 13 de marzo, decidan mediante papeleta separada, la derogatoria o no del Artículo 13 del plebiscito del 1° de enero de 1957, que prohíbe la reforma constitucional por la vía de la consulta al constituyente primario que es el pueblo. Si la respuesta es favorable a la posibilidad de realizar un referéndum, tendríamos una firme base jurídica y política que nos permitiría entrar sin demora a diseñar y someter de nuevo, a la soberanía popular, las nuevas formas institucionales que deben conducir a Colombia por los caminos de la justicia social y del progreso”.

En este antecedente de la Constituyente del 91, contaba el fallecido historiador británico Malcolm Deas en su libro‘Barco: vida y sucesos de un presidente crucial’, que el presidente le envió una señal al país para plantear el tema de la reforma.

Además de la misiva, se redactó un memorándum sobre los pasos por seguir, que fue escrito por Manuel José Cepeda. El documento fue calificado por Álvaro Gómez, extinto líder conservador y protagonista de aquella histórica asamblea, como “un plan para asaltar una joyería”; tal joyería era la Constitución de 1886, que había cumplido un centenario cuando Barco llegó a la presidencia, y que se había intentado reformar, con fracaso, en los mandatos de López Michelsen (1974-1978), Turbay (1978-1982) y Betancur (1982-1986).

“Era un plan para fortalecer la democracia y cambiar la Constitución”: Manuel José Cepeda.

​​​​​​Barco, el apoyo de los jóvenes y la Séptima Papeleta

Los jóvenes fueron actores estelares en la consecución de la reforma y también del Gobierno Barco.

El expresidente Barco trató de escuchar a los nuevos talentos y halló en esa situación una oportunidad para formar nuevos líderes. En su gabinete incluyó a profesionales entre 20 y 30 años, como César Gaviria, Rafael Pardo, Enrique Pardo, Enrique Peñalosa y el mismo Manuel José Cepeda, que tenía apenas 24 años cuando integró el equipo presidencial.

Luego del impulso a la Constituyente en 1988, al año siguiente, en 1989, Colombia vivió, tal vez, uno de los momentos más violentos de su historia. Estas fueron algunas de las tragedias de ese año:

• Asesinato del activista y político colombiano José Antequera, 3 de marzo de 1989.
• Asesinato del candidato presidencial y líder del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán Sarmiento, 18 de agosto de 1989.
•Atentado a las instalaciones del periódico El Espectador, 2 de septiembre de 1989.
• Asesinato del periodista Jorge Enrique Pulido, 9 de noviembre de 1989.
• Bomba del avión de Avianca, 27 de noviembre de 1989.
• Atentado al edificio del DAS, 6 de diciembre de 1989.

"Lo que nosotros [los jóvenes] veíamos en las calles era un problema impresionante donde nadie iba a sobrevivir: las balaceras en Cali y Medellín, las bombas en Bogotá, el país sentía que no había confianza en la clase política porque el narcotráfico lo que no mataba, lo compraba", explica Alejandra Barrios sobre el origen del movimiento estudiantil en medio de una atmósfera de violencia en Colombia.

Las movilizaciones estudiantiles, como la Marcha Estudiantil del Silencio del 25 de agosto de 1989, una semana después del asesinato de Galán, entre otras, fueron “la búsqueda de la esperanza de poder tener un país donde se pudiera vivir, en el presente, no en el futuro”, explicó Barrios.

Así que, desde esa iniciativa juvenil, que no estaba “manoseada por los narcos”, cuenta la directora de la MOE, se gestó un movimiento “constructivo, propositivo y estratégico”, como lo calificó Manuel José Cepeda, que culminó en la Séptima Papeleta.

¿Qué fue la Séptima Papeleta?

En las elecciones del 11 de marzo de 1990, donde se iba a escoger Senado, Cámara de Representantes, Asamblea Departamental, Juntas Administradoras Locales (JAL), Consejos Municipales y Alcaldías, se sumó una séptima papeleta para impulsar una constituyente, que no estaba pautada, pero que resultó siendo la más importante.

Esta expresión popular, liderada por jóvenes, permitió que Barco decretara estado de sitio para organizar, ahora sí, un plebiscito constitucional en las presidenciales del 27 de mayo de aquel año. Al caer la tarde de ese día, 5’236.863 votaron a favor de la Asamblea Constituyente. Los hechos que sucedieron ese acto democrático cambiaron la historia del país para siempre.

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