La selva, una maestra indomable
En un llamado por corregir los excesos de la modernidad se pide no querer dominar la Amazonía, sino verla como un escenario de procesos de aprendizaje.Una persona que parada sobre una rama intenta cortarla repetidamente es la metáfora con la que Leonardo Ordóñez, doctor en Literatura de la Universidad de Montreal, hace un llamado a la humanidad a convivir con la Amazonía. “No acabemos con la rama que nos mantiene en equilibrio y más bien corrijamos los excesos de la modernidad progresista que insiste en querer dominarlo todo en 'civilizar entornos salvajes'”, afirma.
El porvenir de las selvas es una preocupación que nos pide actuar y para eso Ordóñez, ganador del premio Alejandro Ángel Escobar en Ciencias Sociales y Humanas 2020 por su trabajo “Ríos que cantan, árboles que lloran”, enumera como tareas: recuperar los saberes locales, limitar las actividades extractivistas y reforzar las formas de intervención estatal en términos de conservación.
A su vez pide conjurar el influjo de los imaginarios y la óptica patriarcal que recae sobre la selva amazónica. En su investigación explica que las ideas que impactan los bosques tienen una fuerte herencia colonial que reproducen conceptos como que se trata de un paraíso virgen, un lugar vacío sin poblaciones humanas o un infierno verde en el que es fácil perderse o ser devorado por “tribus bárbaras”.
“Los imaginarios están puestos al servicio de los sistemas de explotación y los textos literarios a menudo recaen en la tentación del exotismo y en clichés coloniales escritos por habitantes urbanos. Por eso el llamado es a no leer de manera ingenua y poner los ojos sobre una dimensión ignorada relacionada con una narrativa regionalista que advertía sobre la selva como un sujeto frágil y vulnerable ante la ambición y violencia humana. Advertencias que están desde hace años y que hoy se escuchan con frecuencia".
Y es que, a través de novelas históricas, canónicas, relegadas por el canon, otras protagonizadas y escritas por mujeres se han mostrado dimensiones distintas de la selva amazónica. Sin embargo, la mayoría son escritas eternizando ideas que refuerzan esa división entre la cultura y la naturaleza.
“Tenemos posibilidad de crear otra comprensión, lenguajes nuevos y una relación distinta, simbiótica, entre los seres humanos y los ecosistemas naturales. Sobreponernos a esas dualidades de la modernidad que separan el cuerpo de la mente y que lo único que hace es no dejarnos ver ni comprender”, explica la investigadora.
La biodiversidad es nuestra maestra y es ahí donde están nuestros procesos como humanidad. Es a través de las plantas que podemos ver lo que está en nuestro cuerpo, comprender la formación del mundo y su padecimiento, cuenta el experto en lenguas Juan Álvaro Echeverri y quien ha llegado a estas conclusiones acompañando a uno de los últimos indígenas del clan enokakuiodo, que es un botánico en su conocimiento.
En un estudio sobre la relación indígena con la sal, Echeverri resalta que la misma va más allá del objeto, lo que le ha permitido concluir que humanos y naturaleza están hechos de las mismas sustancias y que por eso ambos pasan por procesos similares. Entender y descifrar este lenguaje está en nuestras manos, teniendo como punto de partida una relación más respetuosa con la indomable selva amazónica.