17/02/2017

Willy Drews, un arquitecto a ‘escala humana’

Willy Drews, exdecano de la Facultad de Arquitectura de Los Andes
Willy Drews recibió el premio Vida y Obra Cemex 2016.

Willy Drews dibuja desde que tiene memoria. A los seis años, en la casa paterna, en Pereira, delineaba y coloreaba casas, carros, policías, vaqueros, “lo que todo niño a esa edad”. Cuando no dibujaba construía casas y edificios con los bloques Tinkertoy, su juego favorito.

Influenciado por su hermano Hans, estudiante de arquitectura, a quien veía pintar acuarelas en época de vacaciones, aprendió a combinar colores y a precisar el trazo.

A los 16 años, en 1954, llegó a Bogotá y comenzó sus estudios de arquitectura en Los Andes y decidió que esta sería su universidad toda la vida. Recuerda que se destacó en matemáticas por ser el único que aguantó el ritmo de cursar la materia con los alumnos de ingeniería.

Tuvo maestros que veían en Le Corbusier la ruta para planear las ciudades modernas y también estuvo con aquellos que rechazaban sus postulados por considerar que estaban muy lejos de la realidad colombiana.

Drews se fue por la línea crítica propuesta, entre otros, por Rogelio Salmona y se dejó seducir por las obras de los arquitectos escandinavos. Alvar Aalto lo inspiró. “Era muy de los nuestros. Trabajaba lo mismo que nosotros, con el ladrillo, por ejemplo”.

En las vacaciones de 1958, antes de comenzar su tesis de grado, viajó a Moscú, a un congreso de arquitectura que duraba una semana. Se quedó seis meses en Europa y recorrió los trabajos de Aalto en Escandinavia y de Le Corbusier en Francia. Quiso comprobar el tamaño y el detalle real de las obras que observaba en los salones de clase, en unas fotos pequeñitas, “esas que veíamos a las dos y media de la tarde, medio dormidos, en un proyector”. 

En el Viejo Continente reafirmó el concepto de sensibilidad por los materiales, el trabajo con madera o en ladrillo; comprendió la finura de los detalles y entendió la regla ‘hecho a escala humana’, lo que se enfrentaba al uso del vidrio, acero y aluminio, una tendencia impuesta en los rascacielos norteamericanos, autoría de Mies Van der Rohe. Constató que Finlandia se parecía más a Colombia.

“Supe que lo importante no era ir con la moda ni el material, sino la sensibilidad con lo que se hacía y que el trabajo debe responder a las necesidades del usuario”.

Volvió y se quedó en Bogotá. En Pereira lo esperaban la familia, los amigos y Stella, la novia de muchos años. Por un tiempo los proyectos en el Eje Cafetero quedaron en remojo, todos menos la relación con Stella, su compañera en la vida.

Egresado precoz

Se graduó en 1959 y en 1965 fue designado decano de la Facultad de Arquitectura, primer egresado en llegar a ese cargo, ahí estuvo hasta 1968. Fue profesor de dibujo y diseño, profesor invitado y conferencista en México, Australia, Canadá y Alemania. En el 2004 fue reelegido decano hasta el 2008 y durante los últimos 30 años ha sido miembro del Consejo Superior de la Universidad.

De su primera decanatura recuerda que una de sus mejores anécdotas —según cuenta— ocurrió en 1967, cuando por encargo del rector de Los Andes, Ramón de Zubiría, debió atender la visita del rector de la Universidad de Yale, quien venía acompañado de su esposa. “Los llevamos a conocer las salinas de Zipaquirá. En esa época el recorrido se hacía en carro y en pleno trayecto, dentro de la catedral, el tipo me dijo: sáqueme de aquí que soy claustrofóbico. La esposa comentó que el trauma lo desarrolló durante la Segunda Guerra Mundial cuando sirvió como soldado de los contingentes que combatían en submarinos y soportaban a oscuras el lanzamiento de las cargas de profundidad de los barcos enemigos…”.

La única consecuencia fue positiva. El encuentro selló el viaje de Drews y 15 profesores de la Facultad por cuenta la Fundación Fulbright a Yale, Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts, entre otras universidades. Fue una oportunidad para conocer modelos educativos y arquitectura y para contactar profesores internacionales.

Con todo y el trabajo en la academia, tuvo tiempo para el ejercicio profesional en la calle. Les dio vía libre a los pendientes en Pereira, fue el encargado de diseñar el Aeropuerto Internacional Matecaña (en su etapa más reciente), el terminal de transporte, edificios para sedes bancarias y centros comerciales que innovaron por los accesos al público.

En Bogotá una de sus obras emblemáticas es la Urbanización Niza, ganó en concurso y desarrolló junto a su compañero Raimundo Gómez, cuando estaban recién graduados. El resultado fue innovador: “Con Niza propusimos espacios que no eran comunes hasta el momento: jardines abiertos, jugamos con los antejardines para darles continuidad a las calles. Propusimos un modelo elástico con muros que permitían a las familias ampliar las alcobas según las necesidades y sin afectar el entorno urbano”.

Juntos fundaron en 1960 la firma Drews y Gómez Ltda. Trabajaron durante 30 años y luego cada uno desarrolló proyectos independientes.

Hoy a sus 78 años Drews todavía dibuja con entusiasmo. Junto a su mesa de trabajo expone el dispensador de colores Prismacolor, los únicos que le gustan por la textura ‘cremosa’ del pigmento. Con los mismos ilustró Habitanimal Urbanimal, su más reciente libro, que lo mantuvo ocupado  durante los últimos dos años.

A todos sus proyectos los quiere y se dedica por igual. “El cariño se inicia con la gestación en la mesa de dibujo, y en ese momento es el hijo más necesitado de amor y dedicación. Siempre pienso que mi mejor proyecto es el próximo”.

Drews en una palabra

Un material: Ladrillo.

Arquitectura Urbana mejor en: Europa.

¿Los mejores edificios en dónde?: Europa.

Un color: Ladrillo.

Con qué dibuja: colores, ojalá Prismacolor.

Una ciudad en Colombia: Pereira

Un proyecto anhelado: Facultad de Ciencias de la Universidad Javeriana.

Un autor: José Saramago.

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